Hoy toca pregunta de pensar… ¿cómo es posible que el presente tenga todas las propiedades positivas del mundo, si está lleno de eventos negativos y de penas interminables y vivimos las consecuencias justo en el presente?
Los acontecimientos negativos ocurren todos en el presente, aunque luego el presente se convierta en pasado. Entonces, ¿quién es el loco que va por ahí diciendo que hay que vivir en el presente para ser feliz?
Digamos primero que el presente sólo se convierte en un paraíso de serenidad y paz después de un largo viaje de crecimiento personal. El presente no es para todo el mundo, sino sólo para aquellos que llevan mucho tiempo meditando.
El mindfulness es atención, reflexión, centrado y responsabilidad: requiere un esfuerzo de entrenamiento y es terriblemente agotador, sobre todo al principio.
Por desgracia, los jóvenes no son nada pacientes y conscientes: van a la cárcel sobre todo por su impulsividad. Obedecen a sus instintos, creen que tienen razón y van con el piloto automático, que es lo contrario de la presencia.
El piloto automático, a diferencia de la atención, no nos cansa, nos hace descansar y nos simplifica la vida, pero también provoca distracciones y dudas. Cuando olvidamos dónde hemos puesto las llaves del coche o cualquier otra cosa, es porque las hemos dejado en algún sitio sin prestar atención.
El piloto automático corresponde a viejos hábitos que no pocas veces son erróneos. Los hábitos también suelen ser malos porque se vuelven obsoletos y hay que sustituirlos por otros nuevos.
La vida es cambio
Así que debemos cambiar. Con el bien o con la fuerza. La vida es un cambio constante.
Pero los cambios son dolorosos, son malos momentos. Nadie los acepta. Los cambios llegan en forma de penas, dificultades, contratiempos, accidentes, críticas, fracasos, crisis, rechazos, injusticias y agravios varios que causan mucho estrés.
Y por eso nadie está dispuesto a aceptar la realidad. ¡Pero la realidad no es otra cosa que el presente que vivimos cada día, es el paraíso de la paz y la tranquilidad que sólo podemos alcanzar aprendiendo a aceptar la realidad!
Al aceptar la realidad, ésta deja de ser fea porque llega la calma, la presencia, la atención y la reflexión.
La presencia es un paraíso de serenidad y calma que sólo se puede alcanzar después de «purgarse» de la ira y del instinto de rebelión y lucha, ¡gracias a la aceptación de la realidad!
Y mágicamente, gracias a la calma, la respiración bloqueada por el miedo y el dolor se vuelve lenta y profunda y ¡recuperas la fuerza y la confianza. ¡Acepta la realidad y serás feliz para siempre!
Confianza y seguridad
¿Y entonces qué? Para no sufrir en el presente, en el ahora, hay que aprender a aceptar las dificultades, los miedos, las penas, las injusticias, los fracasos y la muerte.
Sólo si nos endurecemos lo suficiente, sólo si nos hacemos resistentes saliendo a menudo de nuestra zona de confort, ganamos confianza y seguridad en nosotros mismos y somos capaces de afrontar los miedos y las dificultades y aceptar las amarguras de la vida.
La confianza y la seguridad son el combustible que nos proporciona la energía, el impulso y el dinamismo en nuestras decisiones y acciones para realizar nuestros sueños.
Después de haber sufrido tanto en busca de un empleo, por fin conseguimos la independencia económica que es la base de toda seguridad, ¡y empezamos a disfrutar del presente! Pero todavía no es suficiente.
Sólo se crece cometiendo errores
Los niños mimados encuentran las mayores dificultades porque nunca se han alejado de sus padres, han salido poco o nada de su zona de confort, evitando las dificultades y los miedos como la peste, y cuando llegan a los 35-40 años y forman una familia… ¡se encuentran con muchos problemas de golpe!
Pero hay que desmontar el mito negativo de los niños mimados, porque en la vida siempre existe la posibilidad de compensar cualquier inconveniente y a cualquier edad. Hay que aceptar la realidad para dejar de llorar por los errores y comprender que la conciencia es el hijo virtuoso que nace de los errores y del orgullo herido.
En definitiva, hay que entrar en la visión de que los malos acontecimientos de los que tantas veces nos quejamos sin hacer nada, no son malos en absoluto porque vienen para nuestro bien: ¡sirven para hacernos crecer!
Si no nos arremangamos, seguiremos sufriendo durante toda nuestra vida. Los saltos evolutivos sólo se producen a través de las crisis. Si cometemos un error o nos ocurren problemas, ¡estamos adquiriendo conciencia rápidamente! Sólo cometiendo errores se aprende. Sólo cometiendo errores crecemos.
La vida no nos regala nada
Sólo saliendo de la zona de confort o del desánimo, a cualquier edad, ganamos confianza y seguridad y nos hacemos capaces, autónomos e independientes
La vida no nos regala nada, hay que conquistarlo todo con el esfuerzo diario y también aceptando el dolor cuando llega. El dolor no perdona a nadie, ni siquiera a los multimillonarios y a los poderosos de la tierra. De hecho, cuanto más alto esté uno, mayor será el dolor si no lo acepta.
Para aprender a vivir en el presente y transformarlo en el paraíso, debemos adquirir la conciencia plena, la no dualidad, de lo contrario siempre viviremos con nuestros pensamientos en el pasado y el futuro.
Si el presente plenamente vivido representa el paraíso, vivir en el pasado y en el futuro significa estar en el infierno de la vida cotidiana de personas sin conciencia que luchan contra molinos de viento.