Todavía recuerdo cuando empecé a pedirle al universo que me cambiara. Para limpiar el barro de las penas, para arrancar las malas hierbas de lo que debía ser un jardín florecido.
Es un proceso, a menudo doloroso y largo pero muy gratificante. Un paso en la vida para aclarar ideas, ajustar las velas y volver a caminar por el camino correcto.
Pero también es increíble lo fácil que es dejar que la suciedad aumente en nuestro interior. Pero más increíble es que si logramos cambiar la balanza con Firmeza, decisión y perseverancia nos deja nuevos, sin que nos esforcemos; y, tal vez por no esforzarnos la tierra vuelva a crecer. De ahí la importancia de vigilarse a sí mismo.
Tenemos que vivir con una sonrisa
La reflexión sobre esto me llevó la idea de que no sabemos cuánto tiempo nos queda aquí, así que: ¡vive!
Cuando seas capaz de enviar la ansiedad, las angustias y los miedos lejos, haz un esfuerzo extra y mándalos muy lejos para que no vuelvan a tu vida porque te impiden vivir cosas increíbles.
Cuando todo termina y te despides de esta vida, dicen que recuerdas los momentos. Así que hay que tener buenas cosas que recordar en la hora final. Vivir y disfrutar con alegría, cada minuto, cada segundo para crear unas buenas historias para poder contar a los que vienen después, a los más jóvenes.
Dejando atras las penas
¡Ahora toca vivir! Así que supera los miedos, vence las penas, ignora las ofensas. La mentira tiene las patas muy cortas y la verdad tiene su propia voz, así que da menos explicaciones y disfruta más de este pequeño viaje que es la VIDA.
Entiendo como verdad que estamos aquí para ayudar y servir, para aprender; para reorganizar sentimientos que dejamos desordenados en otros momentos, otros viajes, otras vidas. No somos perfectos, nadie lo es. Nuestra tarea aquí es mejorar lo que somos. Ayudarse mutuamente a mejorar. Tratar de evolucionar espiritualmente, mentalmente. Avanzar hacia el futuro sin miedos, sin lagrimas de incertidumbre y con poco peso en la mochila.
Tenemos que saber afrontar las dificultades del exterior como avances del interior, y aunque nadie las vea, no dejemos de comprender que espiritualmente es una conquista. Es un premio que le damos a nuestra mente y que nos lo recompensará con creces.
Cuando decimos que nadie conoce nuestras luchas, estamos mintiendo, porque el universo lo ve todo, está constantemente a nuestro lado, dando apoyo, alivio y refresco.
Cuando insistimos o cuando fallamos el universo siempre está ahí para decirnos algo. A veces bueno o malo dependiendo de nuestras energías vitales. Y no importa lo grande que sea el barro en nuestro jardín, si creemos que podemos cambiar nosotros mismos lo dejaremos floreciendo de nuevo. Confía… en ti. Abona esos lechos del alma con el perdón, la verdad y el amor y te aseguro que verás florecer la alegría y la paz en tu interior con una gran sonrisa en tu exterior.
Pruébalo, hoy puedes mejorar lo que somos, lo que eres, lo que serás mañana mismo.