Información, correos electrónicos, mensajes, llamadas de trabajo o chats entre amigos. Ya sea en el ámbito personal, relacional o profesional, Internet y lo digital están cada vez más presentes en nuestras vidas. A veces, incluso en detrimento de nuestro propio bienestar.
Según un informe reciente de We Are Social, pasamos casi tanto tiempo en línea como durmiendo: el usuario medio pasa unas 7 horas al día en Internet, es decir, el 40% de su jornada, si tenemos en cuenta un descanso nocturno de 7-8 horas.
También ha crecido en el último año el tiempo dedicado a las redes sociales. De hecho, la media mundial para 2022 es de 2 horas y 27 minutos, es decir, el 35% del tiempo total dedicado a Internet. Y no acaba ahí: de media, un adulto consulta su teléfono más de 50 veces al día y los más jóvenes superan incluso las 80.
Las fronteras entre lo analógico y lo digital, ahora difusas, corren el riesgo de alterar los conceptos tradicionales de espacio y tiempo, rompiendo el equilibrio entre lo online y lo offline. Y es precisamente este equilibrio la clave de lo que en los últimos años se ha dado en llamar bienestar digital.
¿Qué es el bienestar digital?
En general, esta expresión se refiere a la capacidad de crear y mantener una relación sana y equilibrada con la tecnología, utilizando Internet y las herramientas digitales para alcanzar los propios objetivos, y no como un obstáculo o una distracción.
Un uso saludable de los dispositivos electrónicos también está relacionado tanto con la cantidad como con la calidad del tiempo que se pasa delante de la pantalla: el Bienestar Digital se consigue, por tanto, cuando el uso de la tecnología se hace de forma controlada y responsable, de manera que se maximicen su potencial y sus beneficios sin perder el control sobre ella.
El vínculo entre bienestar digital y psicológico
En una realidad en la que la tecnología sustenta la mayoría de las actividades -sobre todo las profesionales-, el equilibrio y la conciencia digital son dos pilares esenciales que sustentan el bienestar psicológico y físico de cada uno. Cuando faltan estos elementos, la salud física y psicológica se resiente.
Numerosos estudios revelan que una exposición poco responsable a la tecnología digital puede provocar efectos negativos como distracciones en el trabajo y las relaciones sociales, disminución del rendimiento, alteraciones del sueño, sensación de malestar, estrés y trastornos de ansiedad.
Algunas de estas condiciones son tan peculiares que se han ganado definiciones ad-hoc: es el caso de la nomofobia, el miedo a desconectar y separarse del smartphone; o la sobrecarga de información, un círculo vicioso creado por la continua necesidad de encontrar nueva información y la consiguiente sobrecarga cognitiva y emocional asociada a su procesamiento.
3 consejos para fomentar el bienestar digital
Está claro, por tanto, que para sentirse bien con uno mismo es esencial cuidar (también) del propio bienestar digital. Sin embargo, encontrar el equilibrio adecuado entre la vida online y la offline no siempre es fácil. Aquí tienes tres buenas prácticas para empezar con buen pie:
1) Evitar la multitarea
A menudo se tiende a pensar que utilizar varios dispositivos a la vez facilita la multitarea, pero la ciencia lo desmiente.
De hecho, numerosos estudios afirman que la multitarea reduce nuestras capacidades cognitivas: pasar de una pantalla a otra -y, por tanto, de una actividad a otra- reduce los niveles de atención y precisión. Cuando esto ocurre, se tarda hasta 25 minutos en recuperar el nivel de concentración anterior.
Además, según una investigación de Stanford, trabajar en varias tareas al mismo tiempo es cualquier cosa menos eficiente. De hecho, la multitarea se asocia a una disminución de la eficacia y el rendimiento, a una reducción de la capacidad de memoria y a una mayor liberación de cortisol, la hormona del estrés.
Por lo tanto, es muy importante intentar concentrarse al máximo en una sola actividad a la vez, y evitar ser molestado por múltiples dispositivos electrónicos.
No dejes que las notificaciones te controlen: sé tú quien las controle, definiendo formas de asegurarte de que puedes concentrarte adecuadamente. Silenciarlos o, en algunos casos, eliminarlos por completo, puede ser una solución. Para que decidas cuándo leer los correos electrónicos y los mensajes
2) Limitar la tecnología a su propio tiempo
Revisar mensajes y correos electrónicos en el bar o el restaurante, casi olvidarse de quién está al otro lado de la mesa, le habrá pasado a todo el mundo al menos una vez.
Diversas investigaciones confirman que cuando los dispositivos electrónicos interfieren en la conversación, la calidad del encuentro disminuye y se siente una menor conexión con la otra persona.
De repente, uno se siente distante a pesar de estar a sólo unos centímetros. Limitar el uso de lo digital es funcional no solo para crear buenas relaciones, sino también y sobre todo para mantener el propio bienestar. Separarse de la tecnología en momentos que no requieren su uso -como durante los descansos o antes de acostarse- es crucial para entrar en contacto con el propio cuerpo y las emociones.
El uso responsable de los dispositivos electrónicos se asocia positivamente con una reducción de la ansiedad y el estrés, un estado de ánimo más alegre y una mejor calidad del sueño. Por eso, siempre que sea posible, es preferible descansar de pantallas y teclados, dedicándose a actividades manuales que permitan redescubrirse a uno mismo y replantear la experiencia.
3) Utiliza las apps adecuadas: «el like se cura con el like».
Puede ocurrir que uno se desplace por la página de inicio de una red social sin darse cuenta de lo que está leyendo: un automatismo del que a menudo no se es consciente. Y no es raro experimentar al final del día esa desagradable sensación de insatisfacción relacionada con «haber perdido el tiempo en Internet».
Probablemente, ante situaciones de este tipo, el aliado más eficaz para la correcta gestión de la tecnología sea la propia tecnología.
De hecho, existen aplicaciones y herramientas capaces de detectar el tiempo que pasamos conectados, mostrando qué actividades absorben nuestra atención. El uso de este tipo de aplicaciones permite hacer un seguimiento de los hábitos digitales para tener un mayor control sobre ellos y modificar el comportamiento.
El equilibrio del bienestar tecnológico
En nuestra sociedad, la tecnología está en todas partes y evoluciona rápidamente, influyendo en las relaciones, la información, las formas de actuar y de comunicarse.
Sus beneficios son indudables y cada vez afectan a más aspectos de nuestra vida. Aprender a utilizarla de forma consciente y responsable es, por tanto, el primer paso para aprovechar todas sus ventajas, (re)encontrar un equilibrio saludable entre lo online y lo offline y alcanzar el propio estado personal de bienestar digital.
.