En los últimos meses, el mundo entero ha cambiado. Al principio fue la espera de nueva información sobre la pandemia que hemos dejado atrás y la certeza de entender qué había pasado exactamente. Luego se convirtió en esperar el fin de las restricciones. Luego, se esperaba a las vacunas. Luego, a esperar el final de todo.
La espera es exactamente lo que ha destruido la salud mental de millones de personas.
Más que el miedo, más que la enfermedad en sí, es esta sensación de estar perpetuamente suspendida entre un «¿cuándo acabará?» y un «estoy desperdiciando años preciosos de mi vida» lo que provocará las consecuencias más difíciles de gestionar, concretamente las psicológicas.
Muchos se están dando cuenta de esto ahora, con referencia a un sentimiento muy preocupante de apatía y letargo causado por la zona de confort de la pandemia.
¿Qué es la zona de confort?
Al principio, todos odiaban esta situación llena de restricciones y límites. El deseo de volver a ser libres y de vivir como antes era el sentimiento predominante en la mayoría de la gente. Sin embargo, con el paso del tiempo ha sucedido lo que en cualquier forma de zona de confort: los límites se han convertido en seguridades.
Lo que antes era angustioso porque era opresivo y estático se ha convertido en una certeza en una vida llena de incertidumbre. Se han acumulado demasiados días que son todos iguales, sin ningún peligro real porque carecen de emoción y novedad.
El resultado es que muchas personas se sienten hoy apáticas, pesimistas y cansadas. Este estado de ánimo se denomina «languidez, pereza, desanimo» e indica una condición en la que no se es especialmente infeliz, pero al mismo tiempo no se puede ser feliz.
Las maneras de salir de la zona de confort
Alguien ha dicho que la zona de confort es como una cuerda a la que se añade un hilo cada día: cuanto más tiempo pasa, más difícil es cortarla. Si te sientes así, aquí tienes 7 acciones que podrían ayudarte a romper los patrones mentales que te obligan a entrar en tu zona de confort.
Habla con gente que no conoces.
Socializar es una gran manera de crecer. Te ayuda a descubrir diferentes puntos de vista, te obliga a ponerte en evidencia y a salir de la rutina de la apatía que supone la soledad o las relaciones superficiales con personas que conoces desde hace tiempo.
Vete a un lugar que no conozcas.
Compra un billete de ida para escapar al otro lado del mundo, pero ¿quién dice que ésta es la solución correcta? Ser viajero es una mentalidad, una forma de vida. Camina hasta que te encuentres en un barrio de tu ciudad que conozcas poco. Explórala, esforzándote por captar esos detalles que se pierden en el ajetreo de la vida cotidiana. Descubrir lo nuevo te hará sentir mejor, dará sentido a tu día.
Haz algo que nunca hayas hecho antes.
Esto es especialmente cierto para los que se sienten confundidos, para los que no saben si la vida que están viviendo es realmente correcta para ellos o sólo según la opinión popular. Si tienes esas dudas, probablemente vives inmerso en la frustración. Intenta hacer algo diferente. ¿Cómo puedes saber que vas por el buen camino si no pruebas otros nuevos?.
Desafíate a ti mismo y sal de tu zona de confort.
Un ejemplo sencillo es éste: si eres una persona demasiado pensante, haz mucha actividad física; si eres una persona demasiado activa, saca una hora al día para leer y meditar. Haz lo contrario de lo que estás acostumbrado. Esto significa, literalmente, salir de tu zona de confort.
Haz algo que te dé miedo.
En la zona de confort crees que nunca eres lo suficientemente bueno para hacer nada. Por eso tus sueños y planes se quedan anclados en el mundo de las ideas, mientras que en la práctica tu vida va en una dirección completamente diferente. Sólo cuando te encuentras en situaciones que te incomodan descubres que tienes todo el valor que necesitas.
Combate la pereza saliendo de casa.
No importa lo que vayas a hacer, pero en cuanto entres en ese estado de apatía/tristeza/mal humor, sal de casa. Caminar, correr, ir a tomar un café, ir a una librería. Aléjate de los tentáculos de tu zona de confort, un monstruo que te quiere a salvo aunque mate tus ganas de vivir.
Lleva un diario.
Te aconsejo que lo hagas así: divide la página por la mitad, escribe lo que agradeces a la izquierda y lo que te gustaría conseguir a la derecha. Respétalo como si fuera sagrado: cada mañana rellena la parte de la derecha, cada noche la de la izquierda. Poner por escrito la gratitud y los sueños te ayudará a no perder nunca de vista lo que más importa en tu vida.