La rumiación depresiva es un proceso de pensamiento abstracto, repetitivo y analítico centrado en el contenido negativo de los pensamientos.
El nombre del proceso deriva del funcionamiento de los animales rumiantes, según el cual los alimentos que ya han sido masticados e ingeridos vuelven a la boca para ser masticados de nuevo.
La rumiación depresiva es un proceso que implica, de hecho, que la persona sigue reflexionando sobre determinadas cuestiones. Los contenidos de la reflexión suelen ser personales. Por ejemplo, pueden referirse a las causas de determinados acontecimientos ocurridos en el pasado y a la reflexión sobre lo que la persona podría haber hecho de otra manera; a las causas de determinados síntomas o sentimientos que la persona experimenta; o, de nuevo, a la crítica de determinadas características de uno mismo que se evalúan como negativas.
A menudo, durante la rumiación se repite la pregunta «¿por qué?».
La rumiación depresiva es un proceso que consume mucho tiempo en términos de consumo de recursos cognitivos. También implica una orientación hacia el interior y centrar la atención (es decir, en los propios pensamientos, sentimientos y emociones), en lugar de en el entorno.
Las consecuencias típicas de la rumiación depresiva
Debido a los mecanismos descritos anteriormente, recurrir a la rumiación depresiva puede acarrear varias consecuencias negativas.
En primer lugar, este proceso mantiene y alimenta en el presente estados afectivos dolorosos relacionados con el pasado, a menudo asociados a sentimientos de indignidad, culpa, vergüenza o autodesprecio.
Además, la persona puede experimentar más estados dolorosos como consecuencia de no conseguir los objetivos para los que se implementa la rumiación depresiva. Así, a menudo se detectan sentimientos de impotencia e incapacidad. Los niveles de autoestima y autoeficacia del sujeto se ven afectados negativamente y se alimenta la visión negativa de sí mismo.
Todo esto puede tener importantes consecuencias negativas en el estado de ánimo. Además, el gasto de recursos que requiere el proceso rumiativo disminuye el autocontrol y dificulta la adaptabilidad. El recurso excesivo a este modo de afrontamiento obstaculiza el proceso normal de autorregulación de nuestra mente.
El autocierre provocado por centrar la atención en el interior implica pérdida de flexibilidad y es un obstáculo para la creatividad. La persona se encierra en sí misma y la mente se vuelve menos sensible a los estímulos externos, hasta el punto de volverse impermeable a ellos.
Este mecanismo dificulta la capacidad de distraerse de los estados dolorosos generados por el estímulo inicial y la propia rumiación, en un círculo vicioso que se autoalimenta.
Aislamiento y evasión
Además, la rumiación depresiva favorece la adopción de conductas de aislamiento y evasión; puede dificultar el rendimiento, con repercusiones incluso importantes en el funcionamiento escolar y laboral. Puede tener consecuencias importantes en las relaciones interpersonales, ya que la persona, durante las interacciones con los demás, es incapaz de prestarles suficiente atención. Por estos motivos, es posible que evite interactuar con los demás, que se aleje de las relaciones o que interactúe con otras personas «rumiando en voz alta».
Uno de los costes más significativos de este proceso es, de hecho, la menor posibilidad de conexión y sintonía con otras personas, así como con el propio entorno. La persona también puede dejar de practicar actividades que le resultan placenteras. Además, la rumiación depresiva obstaculiza la posibilidad de adoptar formas funcionales de afrontar los problemas.
De lo descrito se desprende cómo la calidad de vida puede verse obstaculizada, incluso gravemente, en todos los ámbitos.
La rumiación depresiva es un factor de predisposición, mantenimiento, agravamiento y recaída de diversos síntomas y trastornos psicológicos (por ejemplo, síntomas y trastornos depresivos, ansiedad social, estrés postraumático, trastornos por consumo de sustancias, conductas autolesivas), así como un obstáculo para el tratamiento debido al posible impacto sobre la motivación para el cambio.