Partimos de una pregunta simple pero delicada: «¿Qué necesitamos para ser felices, y cómo llegar a serlo?».
Aunque personalmente no tengo una respuesta perfecta a esta pregunta, me gustaría compartir algunas reflexiones sobre el vínculo entre la felicidad, el trabajo, los objetivos y la administración. Si tienes curiosidad, sigue leyendo.
Objetivos y felicidad
¿Qué es lo que necesitamos para ser verdaderamente felices? El primer paso en el camino hacia la felicidad es centrarse en los objetivos. Es decir, ¿qué es lo que realmente nos puede acercar a la felicidad?
Se trata de una tarea nada sencilla, pero que responde a una pregunta universal; no le costará encontrar cientos de manuales y gurús que intentan simplificar la tarea con diferentes tipos de sugerencias.
Personalmente, me pareció interesante la metodología descrita por Bill Burnett y Dave Evans, profesores de Stanford, en su libro «Designing Your Life – how to build a well-lived joyful life» (que recomiendo leer).
Los autores comienzan con un par de afirmaciones:
Sólo el 27% de los graduados universitarios en EE.UU. (pero no espero que haya diferencias significativas en Europa) siguen una carrera inherente a su formación universitaria.
El éxito no es sinónimo de felicidad
Muchas personas que han alcanzado el éxito según los parámetros «clásicos» (curso de estudios, progresión profesional, estabilidad económica, etc…) no son realmente felices ni se sienten realizadas, ni siquiera en su trabajo.
31 millones de estadounidenses de entre 44 y 70 años están buscando una nueva carrera, y buscan una con características específicas: les gustaría algo que tenga un significado personal, que garantice unos ingresos estables y que tenga un impacto social.
Estas observaciones preliminares dejan claro de inmediato que la felicidad, erróneamente identificada con elementos que tienen que ver con la estabilidad, es en realidad algo mucho más amplio, que implica no sólo la esfera económica/laboral, sino también y sobre todo la personal. También es algo que no es estático, sino que evoluciona constantemente junto con la propia persona.
Por ello, los autores proponen un método de «planificación de la vida» destinado a cualquier persona: a los que acaban de entrar en el mundo de los estudios o del trabajo, pero también a los que -a cualquier edad- se han dado cuenta de que necesitan volver a empezar.
El enfoque de la felicidad
El enfoque propuesto es especialmente estimulante: el pensamiento de diseño aplicado a uno mismo. En la práctica, esto significa hacer un esfuerzo por adoptar ciertas actitudes («mindset») que se han identificado como constructivas, por ejemplo:
- Ser curioso y estar dispuesto a experimentar, probando cosas en la práctica;
- rReplantear los problemas, para poder identificar cuáles son los problemas correctos que hay que abordar y resolver;
- Abordar el camino con la conciencia de que es un proceso y, por tanto, es normal encontrar contratiempos, pero es fundamental persistir, centrarse en el propio proceso y ver qué ocurre;
- pedir ayuda: en una perspectiva de «colaboración radical», las mejores ideas pueden venir de otras personas.
Siguiendo, de forma muy pragmática, los autores definen un método para la «autoevaluación» de la propia situación en cuatro dimensiones relevantes: trabajo, juego, amor, salud… Pero el resto lo dejo a tu curiosidad, puedes comprar el libro o apuntarte al curso en Stanford donde imparten sus clases.
En cualquier caso, siguiendo este u otros métodos, en algún momento deberías tener una mejor comprensión de lo que significa la felicidad para ti y de los objetivos hacia los que tienes que dirigirte para conseguirla.