La presencia es el efecto de la atención y el exceso de atención y la falta de atención provocan angustia o verdadero estrés
La virtud de cualquier cosa surge del equilibrio entre sus dos valores opuestos, que también son excesos: el máximo y el mínimo, o incluso el demasiado y el demasiado poco.
Así, la virtud no es el valor máximo de una cosa o cualidad determinada, sino que es el valor medio. «In medio stat virtus«, decían los antiguos.
La presencia: La mayor virtud de donde surge la conciencia
De hecho, la presencia, que es la mayor virtud de la que surge la conciencia, deriva del equilibrio entre la atención a su valor mínimo y la atención a su valor máximo. Por lo tanto, la presencia corresponde a la atención media.
«Podría decirse que la atención es el órgano sensorial de la conciencia»
Agustín Famlonga
La atención, que también es acción, en su valor mínimo provoca aburrimiento, distracción y frustración debido a la ausencia de dificultad, mientras que en su valor máximo provoca fatiga, agotamiento psicofísico y pánico debido a un exceso de dificultad.
El pánico es una defensa del organismo para salvaguardar la supervivencia y lo pone en marcha el inconsciente para evitar que el individuo siga haciendo, algo que le produce cansancio y agotamiento psicofísico. Precisamente, el pánico sirve para evitar un daño mucho mayor: el agotamiento psicofísico.
El estrés es bueno precisamente porque corresponde a la presencia, es decir, a la cantidad adecuada de atención/acción. Por el contrario, la angustia o el verdadero estrés corresponde a los dos excesos de atención/acción: demasiado y nada.
Cuando nuestra mente se aleja del presente, que representa la realidad, nos hace sucumbir al pasado y al futuro. Un exceso de atención/acción nos lleva a los malos recuerdos del pasado. En cambio, un exceso de atención/acción nos lleva al futuro de las prisas, las preocupaciones y las exigencias.
El pasado y el futuro son el caldo de cultivo de los pensamientos y las emociones negativas y también son la causa de la angustia y la enfermedad.
Para lograr el dominio de la atención plena, no hay nada mejor que la práctica de la meditación.
El lector inteligente no habrá perdido de vista la importancia del piloto automático que a menudo sustituye a la atención y la presencia. De hecho, la presencia y la atención consciente son muy agotadoras y, debido a lo anterior, es prudente no exagerar a la hora de meditar.