Es posible que hayas visto una entrada anterior «¿Quieres vivir más tranquilo? Deja de compararte con los demás» donde hablamos de la mentalidad actual que muchas personas tienen en la actualidad.
En este post quiero darte unas razones de peso para que dejes ese hábito de lado porque comparándonos con el resto nunca podremos ser felices. Tenemos que seguir nuestro camino livianos de equipaje y no dejarnos influenciar por lo que otras personas digan o hagan con sus actos, sus fotos, sus palabras…
No caigas en la tentación de compararte con el vecino o con la persona que está a 10.000 km de tu vida enseñando fotos o videos de lo bien que le va la vida. Es bueno tener referencias pero para intentar mejorar no para ser unos infelices llenos de frustración.
Vamos con unos pequeños consejos para guiarte en el camino de la felicidad absoluta:
Crees que todo el mundo es feliz menos tú
Parece un acto inofensivo asomarse a la vida y los logros de los demás. En realidad, oculta grandes peligros. Por ejemplo, si no estás preparado de suficiente conciencia y experiencia vital, puedes creer fácilmente que las realidades de los demás son perfectas y que todos son felices menos tú.
No es así, por supuesto, pero la comparación obsesiva ciega nuestra racionalidad y esta forma de pensar es muy común hoy en día. Nos lleva a dudar de nuestra valía y nos quita la confianza necesaria para cultivar la serenidad.
Comparación y competitividad
A menudo sucede que la comparación se desliza rápidamente hacia la competencia: no miramos a los demás por auténtica curiosidad o, mejor aún, para inspirarnos en nuestro camino, sino porque nos sentimos en guerra con el mundo entero.
Esta actitud es muy grave y, por desgracia, también es muy común hoy en día: vivimos en el periodo más pacífico de la historia de la humanidad y, sin embargo, vemos enemigos por todas partes. Esto nos lleva a estar siempre alerta, a querer ser siempre productivos para no ser superados por nadie.
Nos estresa, nos aleja y nos hace sentirnos solos y enfadados.
Cuanto más te compares, menos crecerás
Sin embargo, el aspecto más negativo de todos es otro: cada vez que nos comparamos con los demás, estamos restando un tiempo y una energía preciosos que podríamos dedicar a nosotros mismos y a nuestros proyectos.
Piensa en esto la próxima vez que cotillees sobre alguien, que envidies a alguien, que desees tener los logros de alguien, su novia, su cuenta bancaria, su coche, su casa… Piensa que nadie llegó a ser alguien por perder el tiempo comparándose con los demás.
Y luego, recuerda: el objetivo no es intentar convertirse en otra persona, ni siquiera en alguien a quien admiras.
Tú eres tú, y eres una historia única y potencialmente extraordinaria. ¿Por qué potencialmente? Porque si sigues comparándote con los demás, acabarás siendo una copia de mil resúmenes.
Si, por el contrario, te centras en ti mismo, el resultado final será imperfecto, pero único. Y al fin y al cabo, puesto que perseguir la perfección es una carrera sin meta, una ilusión, ¿no es mejor ser felizmente imperfecto?