Muchos líderes entran en crisis cuando la empresa les pide que tomen decisiones difíciles para su equipo, porque parece que tienen que quitarse el sombrero de «buena persona».
De hecho, es habitual pensar que tomar medidas dolorosas para las personas (como despedirlas) las convierte necesariamente en duras, despiadadas y desalmadas. Pero ser humano y tomar decisiones de liderazgo difíciles no se excluyen mutuamente. Hay dos ingredientes clave que deben utilizarse: sabiduría y compasión.
La sabiduría, como competencia de liderazgo, dada por el conocimiento y la experiencia, se traduce en una comprensión profunda de lo que motiva a las personas y de cómo gestionarlas. Para ser eficaz, es necesario ser transparente, aunque a veces pueda parecer incómodo.
La compasión es la capacidad de comprender el punto de vista de la otra persona. La compasión es una atención y preocupación genuinas por la persona que tenemos delante, con la intención positiva de apoyarla y ayudarla.
Por lo tanto, los líderes sabios y compasivos son capaces de expresar la capacidad de afrontar situaciones difíciles de forma humana.
Algunos datos
Un estudio publicado en Harvard Business Review sobre líderes y empleados de más de 5.000 empresas de casi 100 países demostró el extraordinario poder de la sabiduría y la compasión. Las personas dirigidas por líderes que muestran sabiduría o compasión tienen experiencias laborales positivas. Pero cuando un líder demuestra tanto sabiduría como compasión, el impacto en el bienestar y la productividad de los empleados es mucho mayor.
La satisfacción laboral es un 86% mayor para quienes trabajan para líderes sabios y compasivos que para quienes no lo hacen. Las personas están motivadas e implicadas en su trabajo y es menos probable que experimenten angustia psicológica.
Para promover este estilo de liderazgo, es crucial reconocer que somos personas incluso cuando desempeñamos nuestra función de liderazgo. Por lo tanto, es necesario estar constantemente conectados con nosotros mismos y con nuestro equipo, con sus necesidades, emociones y expectativas y con las nuestras.
La compasión sin sabiduría es ciega. Al actuar con compasión, podemos perder de vista nuestros límites y necesidades. Es la sabiduría la que nos permite ver con claridad cuáles son nuestras necesidades. Por tanto, al ver con claridad, podemos actuar de forma respetuosa con nuestras necesidades y compasiva con los demás.
4 Consejos para convertirte en un buen lider
Comprender lo que sienten los demás.
Nos lo enseñan de niños, aunque en términos negativos: no hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti. En realidad, siempre me gusta pensar en esta frase en términos positivos, especialmente cuando hablamos de liderazgo: haz a los demás lo que te gustaría que los demás hicieran por ti. Esta regla es un paso necesario para poner en práctica la compasión sabia, ya que exige considerar el punto de vista de la otra persona.
Escucha con atención.
Cuando las personas se sienten escuchadas, se sienten comprendidas y tenidas en cuenta. Si sabes escuchar con atención, con la mente abierta y sin prejuicios, puedes ayudar de verdad a los demás. Prepararnos con antelación cuando tengamos que mantener una entrevista con un miembro de nuestro equipo, eligiendo un momento y un entorno en los que realmente podamos hacer una pausa para escuchar lo que la persona está diciendo y sintiendo, en el aquí y ahora.
Preguntarnos cómo podemos ser útiles.
Siempre que tengamos que interactuar con alguien, dediquemos un momento a reflexionar sobre cómo está la persona y qué emociones está sintiendo.
Reflexionar sobre estas preguntas incluso antes de conocer a las personas ayudará a crear una interacción más humana, centrada en su crecimiento y desarrollo.
Ver siempre el potencial.
Un buen líder aprecia lo que somos hoy, pero también nos reta a esforzarnos y hacerlo mejor para alcanzar nuestro potencial. Cuando alguien ya lo está haciendo bien, puede resultar incómodo pedirle que haga más, pero recordemos que el liderazgo no consiste en intentar complacer a la gente, sino en apoyarla para que mejore.
Un líder nunca debe subestimar el impacto que tiene en la gente. Influye en el trabajo que realizan y en cómo se sienten tratados. Es una gran responsabilidad.
Es esencial hacer el duro trabajo del liderazgo de forma humana, para que podamos tener más éxito a la hora de influir positivamente en la experiencia laboral, el compromiso y el rendimiento de las personas. Antes de convertirnos en líderes, debemos aprender a ser «buenas personas».
Concluyo con una frase contundente y clarificadora que encontré en Internet, dicha por el antiguo CEO de LinkedIn, Jeff Weiner , «La sabiduría sin compasión es despiadada, la compasión sin sabiduría es una locura«.