Ya se hablaba de valentía en el año 400 a.C., cuando filósofos como Aristóteles, Sócrates y Platón utilizaron el término ἀνδρεία para indicar una de las principales virtudes humanas, capaz de promover el desarrollo personal.
Desde la infancia, de hecho, se nos pide que «encontremos valentia»: amigos y familiares nos invitan a buscarlo, a adquirirlo y, a veces, incluso a «tomarlo».
Ya sea tirándonos desde el trampolín más alto cuando somos niños, invitando a salir a la persona que nos gusta en nuestra época escolar o cambiando de trabajo cuando nos hacemos mayores, casi parece como si el coraje fuera el ingrediente secreto que nos permite avanzar y conseguir lo que realmente queremos.
El papel del coraje en nuestra sociedad
En la era actual de profunda incertidumbre, caracterizada por cambios constantes, desafíos y preocupaciones generales por el futuro, el coraje adquiere un papel fundamental para ayudarnos a afrontar los obstáculos y los momentos difíciles.
De hecho, un estudio realizado por un equipo de investigación de la Universidad de Nápoles «Federico II» demuestra que las percepciones negativas sobre el futuro, como la aprensión, la inquietud y la disminución de la confianza, pueden afectar negativamente a la salud psicológica de las personas y reducir sus niveles de satisfacción vital.
Desde esta perspectiva, el valor parece ser un recurso importante tanto en la vida personal como en la profesional.
Tener el valor de cambiar de trayectoria académica o profesional, de revolucionar nuestra vida, de decir basta a todo lo que nos hace infelices y de encontrar la fuerza para perseguir nuestros deseos y ambiciones, nos permite sacar a relucir al máximo nuestra singularidad y nos permite marcar la diferencia también en el mundo laboral.
Desde el punto de vista profesional, cada vez se valora más la capacidad de las personas para decir lo que piensan incluso cuando están fuera del coro, para salirse de la polémica y mostrarse tal como son.
El verdadero valor consiste en ser valiente precisamente cuando uno no lo es.
Jules Renard
Como ser una persona valiente y con valor
Parece, que el coraje es un arma poderosa para expresar quién eres realmente y estar más que nunca a la altura de la cambiante y desafiante sociedad actual.
Afortunadamente, las personas valientes no nacen, sino que se hacen, y al igual que un músculo, el valor también se puede entrenar. He aquí, pues, cinco consejos prácticos para aumentar tu coraje cada día.
1 – Desarrolla tu valor paso a paso.
Convertirse en personas valientes que afrontan la vida con empuje y entusiasmo es una ambición tentadora para muchas personas. Como muchas otras cualidades, el valor se cultiva en pequeños pasos.
Cuando te enfrentes a problemas y situaciones inesperadas, intenta dividir el problema en tareas y subtareas para poder controlarlo con más seguridad y abordarlo poco a poco. Al organizar y gestionar lo que te ocurre, experimentarás una mayor sensación de valentía.
2- Una mirada retrospectiva.
Intenta pensar en situaciones y acontecimientos del pasado en los que hayas sentido valor. Recordar episodios concretos en los que te enfrentaste a una novedad o a un obstáculo o actuaste con garra y tenacidad puede ayudarte a encontrar la motivación y el empuje necesarios para comportarte con valentía.
3- Pregúntate cómo actuaría una persona que te importa en situación similar.
Imaginar cómo actuarían las personas a las que respetas y en las que confías puede ser una estrategia eficaz para aumentar tu valentía.
Ya sea tu pareja, un amigo de toda la vida o un compañero de trabajo, cuando te encuentres en una situación nueva y especial, intenta pensar en cómo se comportarían las personas que realmente te importan e inspírate en su actitud decidida y valiente.
4- Ten el valor de pedir ayuda.
Es importante tener en cuenta que no estás solo. Aunque estés pasando por un momento difícil y te sientas a años luz de los demás, detente un segundo e intenta mirar a tu alrededor.
Es casi seguro que notarás que tu entorno está lleno de personas que pueden apoyarte y estar a tu lado, incluso con pequeños gestos. Tener el valor de confiar y apoyarse en un ser querido y en un profesional es la mayor muestra de valentía que puede tener una persona.
5- Ayudar a crear una «cultura del valor».
Anima a las personas que te rodean en casa o en el trabajo a adoptar un punto de vista curioso, abierto y tolerante. Aunque te cueste creerlo, el valor, como la bondad y el optimismo, puede ser contagioso.
La valentía es un importante recurso psicológico que estimula y ayuda a las personas a afrontar y gestionar los retos y las incertidumbres, a mostrar motivación y curiosidad, a tomar decisiones laborales contrarias a los estereotipos y a no dejarse influir por las presiones sociales.
Se necesita valor para ser uno mismo y seguir su propio camino, pero se necesita aún más valor para crear un entorno de trabajo que se preocupe por las personas que lo integran.
La valentía de optar por construir un entorno familiar que se preocupe por el bienestar físico y mental de las personas, la valentía de fomentar un liderazgo positivo que anime a todos a expresarse en su totalidad: tal vez sea éste el «ingrediente secreto» para convertirnos hoy en las organizaciones ganadoras del mañana.