Las emociones tienen una importancia extraordinaria en la vida humana. Son la brújula que nos guía para reconocer nuestras necesidades y elecciones.
En este artículo hablaremos de la alegría y la tristeza y de cómo afectan a nuestras vidas. Para todos, la alegría se considera una emoción positiva y la tristeza una emoción negativa. En realidad, también descubriremos el lado oscuro de la alegría cuando es indispensable por la función que desempeña y el lado positivo de la tristeza cuando se manifiesta. Pero veámoslos en detalle.
La Alegría
La alegría es sin duda una de las emociones más agradables de experimentar. La dimensión temporal es una de las características de la alegría: es una emoción repentina, de corta duración y vinculada a una fuerte activación inmediata que afecta a toda la fisiología de nuestro cuerpo.
Es una emoción que afecta significativamente a todos nuestros procesos cognitivos y, en concreto, a lo siguiente:
- Autoevaluación: cuando estamos contentos o alegres tendemos a tener una buena opinión de nosotros mismos y de nuestro comportamiento, nos atribuimos los éxitos a nosotros mismos y los fracasos a factores externos a nosotros.
- Evaluación retrospectiva de la propia actuación: es decir, de un episodio vivido recordamos las partes en las que actuamos bien. Por ejemplo, de una conversación no del todo satisfactoria que hayamos tenido con nuestro supervisor o jefe olvidamos los aspectos negativos y nuestra memoria se centra en los recuerdos positivos.
- Valoración positiva de los demás: cuando estamos alegres, los demás nos parecen mejores, desaparecen los disgustos y los desacuerdos.
Además del nivel cognitivo, la alegría influye en nuestra predisposición hacia el futuro y las relaciones sociales: la alegría nos hace más abiertos al contacto con otras personas y más propensos a interactuar.
El lado oscuro de la alegría
Incluso una emoción positiva como la alegría puede tener su lado oscuro cuando tienes que fingir para ser feliz
Hay papeles en los que, paradójicamente, es necesario ser feliz o, al menos, mostrar alegría y actitud hacia los demás. Pensemos, por ejemplo, en los profesionales que están constantemente en contacto con los clientes, donde la felicidad es también un indicador del rendimiento profesional.
Este comportamiento de alegría forzada, y por tanto antinatural, puede generar a largo plazo problemas de disonancia emocional. En este caso, la necesidad de ser feliz podría entrar en conflicto con las verdaderas emociones que siente la persona y crear una especie de cortocircuito emocional, creando así problemas de equilibrio en la persona.
La disonancia emocional se define como un «desequilibrio perturbado» entre las emociones expresadas y las experimentadas, sugiriendo que cuando las emociones expresadas por las personas coinciden con las expectativas del contexto, pero entran en conflicto con las emociones que realmente sienten, se generan una serie de resultados negativos en el entorno.
La Tristeza
La tristeza es una emoción compleja y difícil de definir, ya que se caracteriza por muchos matices diferentes: uno puede estar triste porque está nublado y no hay sol o por la pérdida de un ser querido. Además, en comparación con la alegría, es más duradera.
Desde un punto de vista profesional, podemos distinguir dos tipos de tristeza:
- La causada por un acontecimiento grave.
- La tristeza que experimentamos en relación con acontecimientos desagradables que ocurren en el entorno, como una discusión familiar.
¿Para qué sirve la tristeza? Su lado positivo.
Esta emoción tiene la función indispensable de ralentizar las actividades corporales ante el acontecimiento activador. Así se dispone de más tiempo para observar detenidamente el problema, reflexionar y, sobre todo, reunir toda la energía necesaria para resolverlo.
Pero la tristeza también tiene un papel fundamental: sirve para reforzar los lazos sociales. Las personas tristes suelen provocar en los demás comportamientos pro-sociales, que van desde intentar levantarles el ánimo a compartir la emoción o tratar de resolver las causas de la tristeza.
Estrategias para superar la tristeza
Existen estrategias específicas para afrontar la tristeza que nos permiten pasar de un contratiempo (es decir, un acontecimiento negativo) a una remontada (es decir, un remonte).
- Controlar la manifestación externa: no podemos permitir que nuestra tristeza se convierta en la causa de nuestra exclusión social o en una de las características de nuestra personalidad.
- Distracción y/o gratificación: inútil en este momento intentar actuar sobre nosotros mismos, todavía no hay desapego emocional de lo que ha sucedido. Dedicamos tiempo a algo que estamos seguros de que nos gusta.
- Evaluar la situación emocional: ¿estamos tristes o enfadados? Es el momento de aclarar lo que realmente sentimos ante el acontecimiento negativo que está en el origen de nuestra emoción.
- Apoyo social: esta es la fase en la que hablar con alguien puede ser muy útil tanto para profundizar como para enmarcar de otra manera el acontecimiento desencadenante.
- Reevaluación del acontecimiento: en este punto estamos preparados para proporcionar una nueva evaluación cognitiva del acontecimiento recuperando nuestra conciencia emocional y, especialmente, nuestras emociones.
Tristeza y Alegría
Es inevitable que experimentemos alegría o tristeza en nuestras vidas, a menudo incluso en el mismo día. Cuando se manifiestan en nosotros, empezamos a pensar en su función adaptativa. De hecho, estas emociones nos hacen «volver» al estado de conciencia de nuestro aquí y ahora que muy a menudo descuidamos. De este modo, nuestro enfoque de las emociones «negativas» se vuelve más estratégico y funcional.
Abrirse a las emociones es muy importante: identificar, aceptar y gestionar nuestras emociones es una tarea muy importante para vivir una vida feliz.
La alegría y la tristeza son inseparables. Vienen juntos, y si uno se sienta contigo a la mesa, recuerda que el otro duerme en tu cama.